Cuando en mis breves momentos de lucidez
atiendo a la razón
y me cercioro de tu inexistencia
viene la soledad galopando
por montañas de tristeza,
altiva, erigiéndose en mi seno.
Y soy castillo de naipes
que, en lento espectáculo,
se derrumba
haciendo caso omiso
al natural e innato instinto
de supervivencia.
He aquí la razón de la fe:
No ser escombro,
no ser vacío.
Merche Marín
Dedicado a mis compañeros del club de lectura de La Almunia!!
ResponderEliminarhe ahí la razón de leerte.
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