nos amábamos despreocupados,
abandonados en nuestra madriguera de tallos mordidos:
mira,
es la mentira,
-dijo ella-
se oculta en nuestras sábanas,
temerosa y famélica,
como un gemido de angustia y edema.
matémosla,
ahora es débil y rígida
y alimentarla
sería una abominación prematura
que sólo nos traerá tensión en el vientre.
yo cogí un veneno mudo,
ella
una pistola de rabia.
dónde está,
-nos dijimos-
saltó por la ventana.
los dos mentíamos.
esa noche
ninguno de los tres cenamos caliente.
mira,
es la mentira,
-dijo ella-
se oculta en nuestras sábanas,
temerosa y famélica,
como un gemido de angustia y edema.
matémosla,
ahora es débil y rígida
y alimentarla
sería una abominación prematura
que sólo nos traerá tensión en el vientre.
yo cogí un veneno mudo,
ella
una pistola de rabia.
dónde está,
-nos dijimos-
saltó por la ventana.
los dos mentíamos.
esa noche
ninguno de los tres cenamos caliente.
[ David Mariné, poesía que habla]
ResponderEliminar"gracias a los amigos del Club de lectura la Almunia por publicar uno de mis poemas y especialmente por todos esos abrazos que me ayudan a seguir escribiendo. inmensa alegría."
D.M.
Como nos tiene acostumbrados a los que le leemos, genial
ResponderEliminarUn abrazo
muchas gracias Clochard C. por tu comentario inmensamente agradecido y feliz de corazón.
ResponderEliminarme encanta, la cadencia y el final.. perfecto.
ResponderEliminarsalud
muchas gracias kynikos. se añoran tus letras. abrazo y
ResponderEliminarsalud.